Felix Baumgartner saltó una sola vez, pero su hazaña se repitió en tantas portadas de periódicos y pantallas digitales, la zambullida en la estratosfera fue tan rentable en términos de marketing, que la sensación era la de un salto mútiple e infinito. Varios días después de su hazaña continúan llegando imágenes de su salto infinito. Esta vez desde la cámara que el deportista llevaba acoplada a su cuerpo.
"Un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para el marketing de las bebidas energéticas", rezaba un "tweet" tras el salto desde una cápsula a 39 kilómetros de altura que terminó con el aventurero de 43 años aterrizando a la perfección, caminando, en un suave descenso con paracaídas.
En su vuelo hacia el planeta Tierra y el desierto de Nuevo México, Baumgartner quebró tres de los cuatro récords posibles, entre ellos el de romper a 1.342,8 kilómetros por hora y sin ayuda mecánica la barrera del sonido. Pero hubo un cuarto récord que escapaba a su control, el de millones de personas enamoradas de su loca aventura en una tarde/noche de domingo.
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