Desde hace tiempo, los médicos han advertido sobre los efectos perjudiciales de la exposición prolongada a audífonos con música a alto volumen.
Pero esta tendencia está cambiando, sobre todo, cuando los científicos se centran en la búsqueda del daño físico real a los nervios.
El doctor Martine Hamann y sus colegas de la Universidad de Leicester publicaron recientemente la primera evidencia del daño, al demostrar que los ruidos fuertes eliminan la capa que protege las células nerviosas, impidiendo así una fiable transmisión de señales del oído al cerebro.
Pero el doctor Hamann también descubrió que las células nerviosas se pueden reparar solas, al reemplazar la capa exterior, después de unos meses. Esto explicaría por qué se ha evitado hablar de un posible daño permanente.
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