Las evidencias definitivas de que el resveratrol, un componente del vino tinto, activa una proteína que promueve la salud y la longevidad en animales se publican hoy en una investigación en la revista Science. Sus autores desvelan sus mecanismos moleculares y muestran que unos medicamentos, similares al resveratrol, que ya están en ensayos clínicos, podrían en un futuro tratar y prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Durante la última década se han producido muchos progresos en el campo del envejecimiento; el papel estelar lo han desempeñado las sirtuinas, un grupo de genes que se cree que ejercer un papel protector en los mamíferos frente a las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Sin embargo, en los últimos años el resveratrol le ha quitado protagonismo a las sirtuinas; el resveratrol, un componente presente en la piel de las uvas, pero también en los cacahuetes y algunas bayas silvestres, incrementa la actividad de una sirtuina específica, SIRT1, que nos protege frente a las enfermedades al renovar nuestra batería celular, la mitocondria, que envejece con los años. Así, al «recargar» nuestras baterías, se beneficia nuestra salud. «Nunca, en la historia de la farmacología, ha habido una molécula que se ligue a una proteína y la active con la velocidad con la que lo hace el resveratrol con la SIRT», explica David Sinclair, de la Harvard Medical School (EE.UU.).
En 2006, el equipo de Sinclair demostró que el resveratrol podía aumentar la vida de un grupo de ratones. Pero, mientras muchos investigadores trataban de buscar la relación directa entre el resveratrol y la SIRT1, algunos científicos denunciaba que sus estudios había sido defectuosos. Decían que el problema residía en la forma en la que se estudió in vitro SIRT1.
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